domingo, 12 de diciembre de 2010

Woven Hand + Seven Seas Duet

Barcelona, La[2] 10/12/10
"Instruments with teeth"

Los que pululábamos alrededor de La 2 poco podíamos imaginar que aquel hombre gordinflón con camiseta de Green Day fuera nada menos que Loukas Metaxas, el escogido por David Eugene como telonero en su gira europea. Después de esperar un rato ante un escenario atiborrado de instrumentos de lo más raros, salió el griego acompañado por otro señor de pelo largo, lo que lo convertía en Seven Seas Duet, un formato diferente a lo anunciado. Loukas aclaró divertido "No soy el Sevilla", pues el parecido era más que evidente, y presentó ante una sala medio vacía su propuesta, un compendio de música tradicional de distintos países con un nexo común: el mar como telón de fondo. Loukas al cargo de la percusión y 'el otro', que no fue debidamente presentado (y al que me podría referir como el Serrat helénico), dedicado a los instrumentos de cuerda, empezaron su repertorio folkie, más oscuro que festivo a pesar de los apuntes de Loukas refiriéndose al estado etílico de los que habitualmente performan su música. Sólo un tema pudieron tocar sin problemas, pues durante la segunda canción 'el Serrat' se vio con problemas con el micrófono (tuvo que salir el mismísimo DEE a echar una mano). Hicieron un intento de continuar, pero por alguna razón decidieron abortar el concierto y, sin mediar palabra, se levantaron y recogieron sus instrumentos ante la atónita mirada del público. Pasado un buen rato con el escenario vacío nos quedó claro que no tenían intención de volver, cosa que nos dejó bastante intrigados.

Mientras nos preguntábamos si los griegos saldrían o no, la sala se iba llenando de un público variopinto, algo normal tratándose de una propuesta tan inclasificable como la de Wovenhand. Y es que la música de los de Denver trasciende las etiquetas y apela a un público de lo más diverso, siendo capaz de reunir a viejos rockeros con jovenzuelos atraídos por los tintes góticos que riegan sus canciones. En esta ocasión venían para presentar su último disco "The Threshing Floor", que en un principio no fue muy aplaudido por sus fans. Su anterior disco, "Ten Stones", ya fue recibido con escepticismo, pues sus temas contundentes y eléctricos resultaban un cambio considerable respecto a sus trabajos anteriores. "The Threshing Floor" era la vuelta al lado más folk, introduciendo cierto toque tribal y sonidos que remiten en ocasiones al este de Europa (tal vez por eso la elección de los teloneros). El poco entusiasmo general despertado por el disco se notaba en el recelo de algunos, aunque aquél que se pone delante de Wovenhand sabe perfectamente que en directo hacen magia con sus temas, transformándolas siempre en algo distinto a lo grabado en estudio, ofreciendo un resultado inesperado.

Tras una espera que a los fans nos resultó eterna aparecieron con la discreción de la que suelen hacer gala, ocupando sus posiciones sin dirigirse al público. Notamos la ausencia del otro guitarrista, y la presencia de un nuevo miembro tras lo que se intuía como un teclado (tapado con telas coloridas) y un arsenal de instrumentos variados. Prescindiendo de presentaciones, el bajo atronador de Pascal dio las primeras notas de "Heart and Soul", una sorprendente versión de Joy Division bastante fiel a la original, aunque menos cavernosa y más visceral que la de los de Manchester. El homenaje a Curtis y cía dio paso al repertorio propio de la banda, encabezado por "Sinking Hands", tema que abre el último disco. En la parte posterior del escenario, en las sombras y tapado por el teclista pudimos ver a un chaval, mezcla entre David Eugene y Nick Royale, que iba cantando los temas mientras repasaba las letras en un montón de papeles arrugados. Este pseudokaraoke nos remitía a lo leído anteriormente sobre la condición en la que se encontraba la voz de David en otras ciudades, y nos hacía temer lo peor, aunque pasados unos temas una se preguntaba si realmente era necesario, ya que DEE parecía totalmente recuperado. Entre cánticos chamánicos y casi fantasmales y ojos en blanco, siguieron la fantástica "Threshing Floor", "A Holy Measure", "Raise Her Hands", con ramalazos indios, y la típicamente wovenhandiana "His Rest", que sonaron algo más enérgicas que en disco. En este punto dejaron aparcado el último disco y dieron marcha atrás, recuperando "Kingdom of Ice", y para ello contaron con el apoyo de Loukas a la percusión. Parece que "Ten Stones" queda relegado a este tema, ya que no sonó ningún otro corte del disco. Continuaron con la grandiosa "Speaking Hands", un clásico ya en su repertorio (y una favorita personal), en la que la guitarra de David Eugene sustituye al piano que la introduce en el disco, dándole un toque mucho más rockero y desértico. Del mismo "Consider the Birds" rescataron "Tin Finger", cuya ejecución, intercalando momentos atronadores en un tema originalmente calmado, resulta algo más irregular. Por fin recuperaron la esperadísima "Your Russia", de su primer disco a veces injustamente olvidado. Transformó la canción a su antojo, convirtiéndola en un torbellino frenético de ruido, parando y volviendo a arrancar, saltándose fragmentos del tema original para condensarlo en unos enérgicos estribillos que martillearon el cerebro de la concurrencia. Se fue la banda y reaparecieron los Seven Seas Duet para acompañar a David interpretando "Whistling Girl", una gran sorpresa ya que no aparecía en el setlist. Dejándonos con la piel por el suelo, abandonaron el escenario apareciendo poco después tanto la banda como los griegos, para deleitarnos con "Winter Shaker". La densidad sonora que alcanzaron (con la ayuda del dúo folkie) saturaba en ocasiones, pero no impidió que nos viéramos arrastrados por sus cánticos y sus Hallelujah.

A muchos les parecerá sobreactuación, y puede que en ocasiones abuse de sus tics, pero sin duda no se le puede negar autenticidad a David Eugene. Cualquier otra persona haciendo el mismo número resultaría risible, mientras que el reverendo consigue infundir respeto entre el público, prueba de ello es el silencio que suele reinar durante sus interludios espasmódicos, próximos a la posesión. Habiéndolos visto en varias ocasiones, puede que no fuera su mejor concierto, pero aún así consiguieron desplegar una muestra de energía y buen hacer que deja en bragas a otras propuestas supuestamente más duras y que los sitúa sin duda alguna en uno de los mejores conciertos de este año.

Aïda
(fotos The Desert)