lunes, 30 de agosto de 2010

Black Sabbath - Sabotage (1975)



Pues sí, ‘Sabotage’. Podría haber sido ‘Master of reality’, ‘Vol 4’ o ‘Paranoid’, pero para ello ya habrá por ahí algún antiguo número de la Heavy Rock con discos imprescindibles para el buen metalero que comparte su litro con el primero que ve con camiseta de Deep Purple. Si he escogido este disco y no otro (por mucho que temones como “Cornucopia”, “Planet caravan”, “Sweet leaf”, “Lord of this World”, “Killing yourself to live”, “Into the void”… sigan poniéndome los pelos de punta) es porque, a juicio de un servidor, no ha obtenido el reconocimiento merecido siendo éste uno de los trabajos más maduros del impecable cuarteto británico, senda ya emprendida a partir de su anterior trabajo ‘Sabbath bloody sabbath’. Porque muy bien, a todos nos gustan las raíces blues grasientas, pantanosas y psicodélicas de las primeras referencias, esos riffs monolíticos que dieron paso a tantos géneros que igualmente nos estimulan la entrepierna, hasta mi primo conoce las anécdotas de Ozzy y el murciélago, los brotes esquizoides de sus tiempos mozos, su afición por mear a través de ventanas de hoteles y todo eso. Pero parece que esa horrenda portada sigue actuando a modo de repelente para todos aquellos oyentes que pasaron por alto uno de los más atractivos capítulos de la historia de la música. Ellos se lo pierden.

Prácticamente podríamos obviar esa colosal apertura con “Hole in the sky” ya que a día de hoy haber bautizado un festival y haber servido de memorable himno para abrir más de un concierto de la época puede ser suficiente, así que yo no voy a decir más. A continuación tenemos un interludio de dos guitarras acústicas totalmente inquietante a partes iguales como es “Don’t start (too late)” que da pie a uno de los primeros temas thrash metal como es “Symptom of the universe”. Porque quien no reconozca que ese riff tiene más pelotas y agresividad que la discografía entera de, yo qué sé, Destruction sin Schmier, bien tiene un problema. Luego viene mi favorita del disco y sin duda de las mejores de la banda, “Megalomania”, un tema complejo de narices con un Ozzy desgañitándose e irradiando sufrimiento a cada frase envuelto en unos medios tiempos que hielan la sangre y un final apoteósico que rompe con todos los esquemas, destilando rock testicular del que tan faltos vamos hoy en día. “The thrill of it all” es el tema de riff incombustible de turno, una especie de “Supernaut” evolucionado (ni mejor ni peor), con alguno de los mejores solos de “Dios” Iommi en mi opinión y un pasaje ciertamente épico con el maestro de ceremonias repitiendo “oh yeah!!” de manera tan enérgica que hasta el oyente acaba por sentirse de puta madre. “Supertzar” es el típico chaval que recibía collejas en el colegio, es decir, el experimentito de rigor de Sabbath en este disco. Sin embargo, lejos de obtener un coñazo de dimensiones bíblicas como sucedía en “FX” por ejemplo, acaban saliéndose airosos con una pieza más épica si cabe combinando canto gregoriano con una oscura asfixiante base de guitarra que quita el hipo y sirve perfectamente para introducir otra canción clave (al igual que sucedía con el segundo corte de la cara A), “Am I going insane?”, el hit-single por excelencia de ‘Sabotage’, amado y odiado desconozco si a partes iguales. A modo de curiosidad, el subtítulo del tema “Radio” ha provocado más de un quebradero de cabeza dando a creer que se trataba de una versión editada para las emisoras cuando realmente no hay otra versión suelta. Una serie de carcajadas sobrepuestas y gritos que parecen grabados de cualquier manicomio dan paso al broche de un disco redondo como es “The writ”, nuevamente un tema pausado pero de estructura bastante compleja para lo que nos tenían acostumbrados Ozzy, Tony, Bill y Geezer.

En definitiva, probablemente esta reseña sea una mierda porque no tiene ya ningún tipo de sentido describir la sección instrumental acústica de “Symptom of the universe” o las letras que canta Ozzy de manera impecable (probablemente sea éste su mejor disco a nivel vocal) o porque tampoco hace completa referencia a la riqueza musical del álbum en sí desgranando instrumento por instrumento (precisamente en este disco hay un buen puñado de ellos), pero si sirve a alguien para (re)descubir uno de los momentos más inspirados de la vaca sagrada por excelencia de esta comunidad yo ya me doy por satisfecho. Por cierto, más tarde vino ‘Never say die’, pero eso ya es otra historia igualmente gloriosa y enterrada por ese injusto cabronazo llamado tiempo.

Ricard

2 comentarios:

E. dijo...

Cojonuda la reseña.

"Megalomania" también es mi favorita, sobre todo por cómo entra la voz de Ozzy.

plastik dijo...

excelente! yo le tengo un cariño brutal a este disco, fue el primer LP de BS que me compré y la portada y la contraportada me fascinaba y aún lo hace... será la nostalgia de la adolescencia y el gusto por lo añejo...

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