lunes, 27 de septiembre de 2010

Winter - Into darkness (1988)


(Future Shock, 1988)

Para el no iniciado doom con todas las de la ley, para el purista death metal lento… sea como sea, WINTER con su único disco y posterior MCD ‘Eternal frost’ se han labrado un más que merecido estatus de culto en el submundo extremo. Quien conozca su propuesta fácilmente la identificará con un single de CELTIC FROST de 45rpm reproducido a 33, el que no haya dado nunca con ninguna de sus grabaciones no acabo de entender qué coño está haciendo con su vida.
Tras una enigmática y premonitoria oscura portada hallamos los tres cuartos de hora más asquerosamente cavernosos que dieron el pistoletazo de salida a la década de los 90, la que nos dio esas primeras e imprescindibles referencias de PARADISE LOST, MY DYING BRIDE, CATHEDRAL… Sin embargo WINTER desde un principio asfaltaron su propio terreno independientemente de todas ellas, al menos por lo que a concepto se refiere. Ya en su libreto proclamaban que no sentían su propuesta estrictamente ligada al thrash y el death, probablemente sintiéndose ajenos a la imaginería cada vez más infantil y poco transgresora de ambos estilos. Su temática apocalíptica, pregonando una era de caos y destrucción teñida de cierto rollo ecologista no fue, aún así, lo único que les dotó de personalidad, y es que si bien los paralelismos con la música de los más arrastradizos HELLHAMMER pudieran ser válidos, su manera de enfocar la composición de los temas acabó siendo otro mundo. Dejémonos de palabrería inútil…

… rrrrrrrrrise!!!!!! Así empieza “Servants of the warsmen”, como si de un “uh!!!!” digno del Warrior se tratara, tras una apoteósica intro conmovedoramente opresiva tal y como reza su propio título, la canción más reconocible de estos neoyorquinos (probablemente por su respectivo videoclip que apareció en no sé qué recopilatorio de Nuclear Blast o bien por la versión de unos simpáticos vagos llamados CUERNO). Una pieza sencilla de cojones, en esencia un rock ‘n roll fumado y ralentizado al máximo exponente, negro como el tizón y con un estribillo destrozacráneos como pocos: “come back dear dreams / tales untold / endless sleep / servant of the warsmen… rise!!!!!!!!!”.
Le sigue “Goden”, tema visionario como pocos, 8 minutazos de la semilla que acabaría germinando en funeral doom tarde o temprano. Y es que cada vez que John Alman repite el título del tema envuelto en un pesado y claustrofóbico manto de repulsiva oscuridad es difícil contener la vejiga. Y por si fuera poco, los muy hijos de puta van y te encadenan a la vorágine de autodestrucción que es “Power and might”, algo mucho más ritualístico, informe y “drónico” que cualquier corte de SUNN O))) que pueda venirte a la cabeza, a la vez empalmando de manera catártica con la canción que más violento me pone del disco (y por ende mi favorita), “Destiny”, con ese d-beat reminiscente a unos mismos HELLHAMMER enfarlopados y muy muy cabreados, destacando sobretodo esa sección lenta introducida por acoples, marca de la casa, la voz de John más monstruosa que nunca, que acabará mutando nuevamente en la parte rápida de rigor y un solo enloquecido. En definitiva, un tema tan bueno que me veo en obligación moral de continuar la reseña a partir de un punto y aparte.

“Eternal frost” empieza con un riff puramente doom, esta vez sí, entendiendo como tal la adoración obsesiva hacia lo más monolítico que pueda haber salido de las mutiladas yemas de Iommi. De nuevo hallamos una pista totalmente llena de matices y medios tiempos que no sé si pasarán a la posteridad pero por lo que a mí respecta ya hace tiempo que me arruinaron parcialmente la vida. Finalmente “Into darkness” da fin al disco de manera caótica y pesadillesca, como no podría ser de otro modo, con uno de los riffs más sencillos y a la vez efectivos de la banda a partir del minuto 0:52 (sí, he mirado el minuto exacto para redactar la reseña). La sucesión de wah’s, ruidera y angustia sonora en general funciona a modo de corona de espinas para esta maravillosa obra maestra de la inmundicia.

Recapitulando: WINTER, formados en NY, año 1988, con una más que recomendable demo (así es, dicha afirmación no se trata de autoparodia por parte del autor), un MCD tremendo que recopila dicha cinta + un temazo del calibre de “Blackwhole” y un experimento ambiental llamado “Manifestations I” y esta pieza imprescindible en toda discografía que se precie, grupo misterioso donde los haya cuyos miembros parecen haber desaparecido por completo, grupo que ni siquiera sus discípulos COFFINS han llegado a igualar pese a recoger magistralmente su fórmula, una de las bandas con las que servidor más se ha identificado a lo largo de su vida. Porque para muchos perdedores el caos sigue siendo nuestro destino, nuestro poder y conocimiento. Y tal y como, de manera harto original, se cerraba “Servant of the warsmen”: “riseeeeeeeeaurghhhhhhhh!!!!!!!”.

Ricard

1 comentarios:

cantabrianwoods dijo...

Que ha pasado con el foro!!!!!esta de huelga!!!!!

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