viernes, 20 de agosto de 2010

Graveyard, mátame cuando acaben los 70


Increíble lo de los suecos Graveyard. Como sus colegas Witchcraft, esta gente parece haber mamado la música de los 60 y 70 hasta tal punto que si los escuchas sin conocimiento previo bien se podría pensar que son de la propia época. Y llevan, además, una carrera que, a pesar de su corto recorrido, se me antoja propia de bandas que hicieron historia.

Formados en Gotemburgo en noviembre de 2006, el grupo estaba compuesto en un principio por Rikard Endlund al bajo, Axel Sjöberg en la batería y Joakim Nilsson y Truls Mörck como guitarristas y repartiéndose las tareas vocales. Con esta formación, el grupo se dio prisa en grabar una demo con dos canciones, Evil ways y Blue is the colour of my soul (posteriormente regrabada y cuyo título se quedó en Blue soul). Se ve que los temas tenían calidad (no hay más que escuchar el último disco) pues llamaron la atención de Tee Pee Records, sello que tiene en su haber a bandas del calibre de High on Fire, Earthless, Karma to Burn o Naam (y por el que salió el Dopesmoker de Sleep). Con tan sólo tres conciertos a sus espaldas, los suecos pasaron a engrosar la lista de bandas de la familia Tee Pee, quienes dan salida a los discos en Estados Unidos (mientras Trabsustans Records lo hacen en Europa). Poco después, entran al estudio con Don Ahlsterberg en las labores de producción (desconozco los grupos con los que ha trabajado, Soundtrack of our Lives, The International Noise Conspiracy, pero aquí están para quien le interese) para grabar lo que sería su álbum de debut Graveyard (2008). Tras ello, Mörck abandona el grupo siendo sustituido por Jonathan Ramm.

¿Qué nos ofrece este grupo con su flamante debut? Bien, preguntémoslo de otro modo: ¿qué nos puede ofrecer un grupo cuyos integrantes parecen arrancados de las entrañas de los 70 y lucen camisetas de Blue Cheer y Pentagram? ¿Hace falta decir más? Sin duda, comparten con sus compatriotas y colegas Witchraft, como ya se ha mencionado, un interés musical y estético por dicha década que se transluce tanto en sus canciones como en la imagen que transmiten, tanto en fotos como en la portada del disco. En cuanto a la música, si Magnus Pelander y compañía tienden a un sonido más oscuro, más enraizado en la sonoridad de Black Sabbath (aunque sin llegar a ser doom yo diría), Graveyard se decantan por el lado más bluesie del asunto, más rockero aquí, con un algo de psicodelia allá. No obstante, en temas como Evil ways, fijaos en la parte del estribillo, o en Satan's finest se aprecia una influencia más marcada de los de Birmingham. Las canciones, que oscilan entre los 2 minutos y medio de Submarine blues y los 6 de Blue soul (queda claro por dónde van, ¿no?), no tienen desperdicio alguno además de estar plagadas de grandes momentos: el riff de la ya mencionada Evil Ways y su combinación con la melodía vocal, el comienzo y el estribillo de Right is wrong o la calma que preludia el estallido en Don't take us for fools son simplemente tres muestras de lo que son capaces estos suecos (digo tres como podría decir, y es así, el disco entero). Estamos, pues, ante un maravilloso debut; añejo, pero vital, con una fuerza en cada tema que os incitará a moveros desde el principio, con una energía apabullante. Grupo prometedor, sin duda alguna.



Edorta

1 comentarios:

izkue dijo...

Suecia y los grupos de rock retro, que más se puede pedir. Al igual que los de los de los mencionados Witchcraft, discazo.

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